lunes, 4 de agosto de 2008

Capítulo 16 ( un día en la vida de Alejandra)

"Holly sujetó con una pinza la sábana que estaba tendiendo y pensó en cómo había ido trastabillando durante el resto del mes de mayo, tratando de poner un poco de orden en su vida. Había días en los que se sentía feliz y con­tenta, segura de que las cosas le irían bien, cuando de súbito, tan deprisa co­mo había llegado, la dicha desaparecía y ella volvía a sumirse en la más abso­luta tristeza. Procuró establecer una rutina en la que dejarse atrapar de buen grado para volver a sentir que pertenecía a su cuerpo y su cuerpo a la vida, en lugar de deambular por ahí como una zombi observando cómo los demás disfrutaban de sus vidas mientras ella aguardaba a que la suya acabara. Por des­gracia, la rutina no resultó ser exactamente como esperaba. Se encontró a sí misma inmóvil durante horas en la sala de estar reviviendo cada uno de los re­cuerdos que conservaba de su vida con Gerry. Lo más triste de todo era que pasaba la mayor parte de ese tiempo rememorando todas y cada una de las pe­leas que habían tenido, deseando poder borrarlas, poder retirar todo lo desa­gradable que le había dicho, presa del enojo, y que en absoluto reflejaba sus verdaderos sentimientos. Se atormentaba por lo egoísta que había sido en oca­siones, saliendo de juerga con las amigas cuando se enfadaba con él en vez de quedarse en casa y deshacer el entuerto. Se reprendía por haberse apartado de él cuando debería haberlo abrazado, por haberle guardado rencor durante días en lugar de perdonarlo, por haberse ido a dormir sin cenar en lugar de ha­cerle el amor. Deseaba borrar todas las ocasiones en las que le constaba que Gerry se había enfadado con ella y la había odiado. Deseaba que todos sus re­cuerdos fuesen de buenos momentos, pero los malos no dejaban de perseguirla hasta obsesionarla. Y éstos habían sido una absoluta pérdida de tiempo.

Y nadie les había advertido que andaban escasos de tiempo.

Luego venían los días felices en los que iba de aquí para allá con una son­risa pintada en el rostro, sorprendiéndose a sí misma riendo mientras paseaba por la calle al asaltarle el recuerdo de una de sus típicas bromas. Ésa era su ru­tina. Se hundía en días de una profunda y lóbrega depresión, hasta que por fin recobraba las fuerzas para ser más positiva y cambiar de estado de ánimo du­rante otros tantos días. Ahora bien, cualquier nimiedad bastaba para desen­cadenar el llanto otra vez. Era un proceso agotador y las más de las veces le da­ba pereza batallar contra su mente, mucho más fuerte que cualquier músculo de su cuerpo.

Los familiares y los amigos iban y venían, unas veces para consolarla y otras para hacerla reír. Pero incluso en su risa se echaba algo en falta. Nunca parecía estar verdaderamente contenta, daba la impresión de matar el tiempo mientras aguardaba alguna otra cosa. Estaba harta de limitarse a existir; que­ría vivir. Pero ¿qué sentido tenía vivir cuando no se sentía viva? Se hizo las mismas preguntas una y mil veces, hasta que finalmente prefirió no despertar de sus sueños; éstos eran lo único que le parecía real.

En el fondo sabía que era normal sentirse así, tampoco es que pensara que estaba perdiendo la cabeza. Sabía que la gente decía que un día volvería a ser feliz y que aquella sensación sólo sería un recuerdo lejano. Sin embargo, al­canzar ese día era la parte difícil."



TOMADO DEL LIBRO " P.S. I LOVE YOU" Cecelia Ahern

1 comentario:

mArXelLa dijo...

Hola!! Se que nos frecuentamos poco, pero te he dejado una tarea pendiente en mi blogg, cuando tengas tiempo revisala.
Un abrazo!