domingo, 1 de marzo de 2009

1 de Marzo y unos pensamientos al azar

He pasado gran parte de mi vida culpando a los demás por las cosas que me pasan o por lo que no pude ser. Que si no pude ser médico fue culpa de mis padres que no me lo permitieron, que si abandoné la fotografía fue porque me robaron todo mi material, "malditos rateros"; y podría citar ene mil ejemplos mas: que si estoy gorda es porque en mi casa hay mucha comida y bueno pretextos sobran para no aceptar la responsabilidad de vivir mi vida.

Algunas veces hablo de los beneficios de la edad, sobre todo la mental, de la eliminación de prejuicios, de saber "mas o menos" quien soy, para donde voy aunque la mayor parte del tiempo se me olvida y me ataca la angustia pensando que el tiempo se me escapa y yo sigo "soltera, sin hijos", y sobre todo en como emplear el tiempo en el que siga respirando. Es por eso que siempre hago alusiones a la adolescencia, a veces me pregunto ¿donde estuve yo todo ese tiempo? ( 13-19años), ¿porqué jamás pregunté quien era Dios? ó la famosisima ¿qué es la vida?, todo me parecía tan claro y estaba convencida de obrar bien, seguir los cánones de moral, belleza y ética será suficiente para llevar la fiesta en paz.

La verdad fue que me confundí, nada me hubiera gustado mas que equivocarme, dejar de complacer a todo mundo y alzar la voz cuando algo no me gustara. No lo hice, quizá no lo hago ni ahora que soy "adulto", no es mi forma de ser, pero ahora sé que hay otras formas mas civilizadas de comunicación.

No me interesa saber quien es Dios porque creo en él con los ojos cerrados, aunque me diga que la luna es de queso, porque siento esa energía creadora llena de amor, paz, contentamiento y también de temor.

El tema de la vida me da mas curiosidad. Que si es una reacción química, que si es energía, que si es obra Dios, que si es una ecuación matemática incomprensible a mi cerebro de IQ pequeño, son meras suposiciones, definiciones o creencias personales, llámelo como usted quiera. Lo que en verdad me da curiosidad es la que es mía, la que yo vivo, con la que nosé que voy a hacer.

Un día se me acabó. Se apagó en una tarde de invierno tardío, pero me ataba el cuerpo. Entonces pasaban los días en que mejor no me despertaba, en los que no le daba mantenimiento al cuerpo esperando que un día se atrofiara y la muerte de este fuera inevitable y así terminar con el sufrimiento.

Un día, me dí cuenta inconcientemente que no sería fácil escapar, y nosé de donde llegó ese empujón para decidirme a RESPONSABILIZARME de mi cuerpo. Entonces me tracé un plan: DISCIPLINA, levantarme lo mas temprano posible aunque hiciera frío, cólico menstrual, ganas de llorar, hambre, cansancio, angustia, fiebre, sueño, tristeza, combatir la pereza y mover mi cuerpo, darle forma, ejercitarlo. Y un acto pequeño me llevó a otro: darle mantenimiento a mi alma, esa misma que andaba flotando en otros mundos que no le pertenecían y llegar al punto de reconciliar esta pareja dispareja: CUERPO Y ALMA.

No puedo decir que todo sea perfecto, he requerido de bastante voluntad para lograrlo, no saben como me cuesta, es un ejercicio agotador, de esos que duelen como esguince cervical (nadie lo nota pero como molesta).

De repente pareciera que pido algo y se me cumple. Pedí tanto encontrar un camino, por difícil que fuera, pero que fuera un camino que estoy dispuesta a seguir a toda costa con tal de llegar a mi destino. Y es así que encuentro mi camino y varios autobuses dispuestos a llevarme a ese lugar, pero yo soy la que tiene que manejar, la que tiene que tomar las decisiones ¿a qué velocidad ir? ¿quién puede ir? ¿me detengo? , revisar el motor, limpiarlos; tenerlos en buenas condiciones generales (como dicen los certificados médicos).

Y es justo ahí que me doy cuenta que ya no puedo dar marcha atrás, que ya llevo dos meses de viaje, que me faltan quizá años para llegar al destino final, y noto que entre mas avanzo soy mas libre, pero esa misma libertad me llena de responsabilidad, aquella que estuve ignorando por años, y me da miedo. Me da miedo porque se que estoy sola en esto, que ya no tengo a nadie a quien culpar, que todo el éxito o fracaso de este viaje depende de mí, y ¡que cabrón esta eso!, ¿no?.

Así sea pues, como dice la canción-poema-relato: " se hace camino al andar", pues ya puse la marcha, espero que no se me acabe la gasolina.

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